-Ultimas Hojas De Otoño- (Poema)
"¿Cuantos vientos delicados no nos abatirían?
Suavemente en la aurora del media día,
Entre aves surrealistas y nubes de neblina,
Ondeando libremente hasta el fondo vital.
Caemos suavemente como plumilla,
Esparciendonos como polvo y ceniza,
Al son de la dulce melodía silenciosa
Sin ninguna voz que sea pesarosa.
Aquí es el limite de toda la existencia,
De las dudas,los miedos y las impaciencias,
Que de retirada aquel que no vea sus alas,
Aquel que tenga su mirada cabizbaja.
Volemos hacia aquella mortalidad,
O caigamos en la misma continuidad,
Somos ahora,todo y nada en absoluto,
Canto,reproche y mil encantos con cerrojos".
(-Elvira Eridan Wölven-)
UN BREVE PASEO BAJO UNA LUNA LLENA DE INVIERNO
Aquella es la primera madre del año, refiriéndome a la luna de Enero: blanca y fresca. Es curioso saber que se nutre de la muerte invernal para animar el inicio de un largo ciclo de 12 meses. Como devorando el pasado para nutrir algo mas pleno y trascendente.
Allí estaba yo por la tarde, sentada en una pequeña plaza colonial, pintoresca y agradable a la vista y tranquilidad humana.

En blanco y negro sobre una hoja amarilla pinte el movimiento, la música y la calidez del escaso día; poco a poco mi bebida se fue extinguiendo hasta que se agoto por completo. Al lado del garabato que simulaba la realidad coloque un pequeño poema que me vino a la mente mientras dibujaba ("Ultimas Hojas De Otoño"). Tras darme cuenta que el sol había caído tras el horizonte, decidí guardar mis cosas, me dispuse a pagar y a iniciar la larga caminata hacia mi hogar.
Bajo la influencia del frío y la poca neblina, las personas parecían más imágenes espectrales que materiales, la luz platina petrificaba entonces los edificios de cantera y los arboles de antaño a mi andar, mis pasos ya eran abrazados por la dulce composición de medianoche, aquella que indica que la oscuridad nos cubre por completo y que los sueños y pesadillas comienzan a deambular entre nosotros.
Esa extraña y gratificante sensación que nos invade al imaginar que caminamos entre ruinas ancestrales, entre retajos de historia olvidados, entre santos

Y mi rumbo sigue sin detenimiento alguno, esta próxima mi casa, ya casi a unos pasos de llegar al calor hogareño: retomar una lectura o quizá dar fin a una obra no materializada. Sin embargo mi alma pide invadir aquel paisaje que ofrece la duda y el encuentro de lo metafísico entre sombras y pocos candiles de luz... pero ya es tarde, mi cuerpo ya ha atravesado aquella puerta que se cierra con llave, que encierra a mis demonios noctámbulos clamantes de poesía bastarda engendrada entre los ecos desconocidos y las imágenes revestidas de vasta imaginación humana.
Al poco rato de mi llegada la luz de mi habitación se ha apagado. Morfeo y cuanta deidad del abatimiento

Canta, canta una vez más luna, esa canción que hace estremecer a los lobos y crear poemas para el universo desconocido, para ti, para el temor de los mortales, para la presencia de las estrellas tiritantes de las lejanas constelaciones. Canta aquel verso en cual yo camino bajo tus relámpagos blanquecinos entre lugares desconocidos y escribo historias épicas de como marche bajo tu mirada ancestral mientras todo dormitaba.
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